Los tres cambios que me cambiaron la vida

Para que las cosas cambien, tienes que hacer cosas que cambien. Es una redundancia pero que es la pura realidad. En España estamos muy acostumbrados a quejarnos, a decir que la culpa es del vecino o del político de turno. Es cierto que a veces llevamos razón, y los políticos son los culpable de todos nuestros males, pero también es cierto que somos muchas veces demasiados estáticos. No queremos hacer nada por cambiar, simplemente queremos que el río corra, se lleve todo y eso lo cambie.

Pues bien, rara vez ocurre eso. Y lo que tenemos que hacer es remangarnos, coger las herramientas y bajar al río para limpiarlo y cambiar el rumbo. Solo hay que pensar en los grandes pensadores del mundo. Ya sea científicos, empresarios o políticos que creyeron en un cambio e investigaron, estudiaron, trabajaron, experimentaron y lucharon hasta que lo lograron. Y es que si no hay cambios, nada va a cambiar.

Para empezar vamos con algunas frases que nos pueden servir de inspiración.

“La forma más rápida de cambiarte a ti mismo consiste en estar con personas que son como quieres ser tú», esta es una de las frases que más me gustan, y es de Reid Hoffman, empresario y cofundador de LinkedIn. Aunque si alguien sabe de cambios, ese es Paulo Coelho, mi escritor de referencia: «Cuando menos lo esperamos, la vida nos presenta un desafío para poner a prueba nuestro valor y nuestra voluntad de cambio. En un momento como este, no tiene sentido fingir que no ha pasado nada o decir que aún no estamos listos. El desafío no espera. El tren de la vida pasa”

Es decir, que tenemos que cambiar, pero sobre todo haciendo cosas por cambiar. Y de esto os vengo yo a hablar, de cómo hice cuatro cambios en mi vida que me sirvieron para cambiar en la vida. Y ese cambio fue el detonante que sirvió para cambiar mi vida.

Físicamente

Digan lo que digan, todos queremos vernos bien. Mirarnos al espejo y estar orgullosos de nosotros. Por eso, mi primer cambio fue el físico. Yo pesaba 89 kilos y medía 1.74 metros. Por lo tanto me sobraban muchos kilos. Aunque lo peor era mi barriga. Tenía michelines que me hacían muy complicado ser feliz. Era de esas personas que no se atrevía a quitarse la camiseta en la piscina de su comunidad o en la playa. De esas personas que cuando se ponía una camisa le apretaba por todos los lados. Por eso, decidí cambiar, porque para que los demás me vean bien, yo tenía que verme bien. Así que me apunté a un gimnasio. Allí me lo curre mucho, bajé 15 kilos y sobre todo barriga. Era el primer paso para comenzar a cambiar.

Una mejor sonrisa

Soy de los que pienso que para mostrarse al resto tienes que ofrecerte cómo eres. Y si al abrir la boca aparece una dentadura picada, fea y con piezas inexistentes, pues tengo claro que esa persona no puede ser de fiar. Está claro que si no cuidas de ti, cómo vas a cuidar de los demás. ¿No crees? Así que mi segundo cambio fue el de acudir a una clínica dental para reconstruir mi dentadura y con ello mi sonrisa. Era el momento de sonreír, y demostrar a la gente que era feliz. Por eso en la clínica Mesiodens me hice un tratamiento de carillas. Es un tipo de restauración estética que se realiza para poder cambiar la forma, la posición, para enmascarar o disimular defectos del color o del esmalte, entre otros problemas dentales. Me puse una lámina de porcelana que se adhiere sobre el diente con una preparación mínima y la verdad es que todo cambió. Era el momento de tener una sonrisa bonita, expresiva y natural.

Mis pensamientos

Y después de cambiar mi físico y mi sonrisa, era el momento de cambiar mi cerebro. Quizás sea lo más complicado de hacer, pero lo más importante. Es el momento de cambiar tu forma de pensar. Y fue el momento en el que decidí no callarme. Siempre con respeto, tendría que decir lo que pienso. Y así es como me quité muchos complejos. A mis jefes les dije que las cosas no podían seguir así. Lo mismo ocurrió en mi familia y con mis amigos. Y la verdad es que me sirvió para crecer. Os juro que es la mejor forma de hacer catarsis. De esas cosas que dices, que bien me he quedado.

Es cierto que al principio costó, y sobre todo la gente decía, “tú antes no eras así”. Y ese es el problema, que antes era una persona tonta, confiada y que todos se reían de mí, pero gracias a estos cambios, pude mejorar en mi vida.

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